
LO QUE NO SOY YO
Vivimos dentro de una sociedad que da importancia a determinadas cosas. Los anuncios publicitarios nos presentan unas imágenes, unos modelos de cualidades y de conducta que parecen mostrar el camino para lograr el éxito, el reconocimiento y la felicidad. Estos tres objetivos no tienen nada de malo, salvo cuando tu valor como persona, tu autoestima, depende de cualquiera de esas tres cosas: ser exitoso, ser popular o estar happy a todas horas.
Tu valor como persona no depende de los resultados que obtengas en las cosas que hagas, ni del aplauso o el reconocimiento que te den otras personas. Resultados, aplausos y reconocimientos nos ayudarán a sentirnos bien, seguro, pero también es importante que tú te quieras y te aceptes en cada momento.
Estar confusos acerca de quiénes somos es frecuente en la adolescencia, descubrirás que ir comprendiendo esa pregunta, ¿quién soy yo?, es una tarea que estará contigo a lo largo de tu vida. En ocasiones, nos resulta más fácil hablar de lo que no somos.
Aunque la respuesta debe ser tuya, te dejamos aquí algunas reflexiones por si te sirven en este momento.
Tú no eres lo que tienes
Esta afirmación es cierta y también lo es que todos necesitamos cosas materiales para vivir. Si en tu entorno faltan cosas necesarias para cada día, puedes sentir inseguridad, confusión, nerviosismo… Sentirás mucha urgencia por resolver esas necesidades básicas, así es, pero tu valor como persona nunca dependerá de las cosas que tengas.
Si nuestro entorno tiene las cosas necesarias para cada día, podemos sentir que no es suficiente y que necesitamos más cosas para sentirnos bien, podemos compararnos con otras personas, sentir rabia o frustración, hacernos daño o hacer daño a otras personas a las que hacemos responsables de las cosas que queremos y no tenemos.
Tener objetivos, perseguirlos, lograrlos o no lograrlos… eso es la vida, pero nunca olvides que tú no eres lo que tienes, tu valor no depende de las cosas que tienes.
Tú no eres lo que haces
Nos sentimos bien cuando hacemos cosas y las hacemos bien. Darnos cuenta de que podemos transformar nuestra realidad “haciendo” nos da seguridad, así hemos ido creciendo; nos han felicitado por cada cosa que hemos hecho bien y nos han corregido o criticado por las cosas que hemos hecho mal. Esto es así. Al haber crecido de este modo es posible que hagamos depender nuestra valía como personas de hacer las cosas bien y que, los resultados que obtengamos, determinen cómo nos sentimos. Así has podido creer que tú eres lo que haces.
Lo que está bien y lo que está mal hecho siempre depende de una comparación con algo o alguien. Cada persona tiene unas capacidades y unas posibilidades distintas, no hay dos personas iguales…
Contribuimos al grupo/familia/comunidad en la que estamos haciendo lo que podemos en función de nuestras capacidades y posibilidades. Disfrutar “haciendo”, sin enloquecer o sin presionarnos para hacerlo perfecto o ser el mejor, desarrollar nuestras potencialidades, transformar las cosas siguiendo nuestros ideales… respirar cada día… escuchar música… caminar… sentir el sol en la cara… es lo que nos ayuda a sentirnos bien.
Tú no eres lo que los demás piensan de ti
Al vivir en grupos, adaptamos nuestra conducta para seguir formando parte de ellos; familia, amistades, colegio, trabajo… . A veces podemos creer que, para que otras personas nos acepten, necesitamos ser como ellas quieran.
Ajustar nuestra conducta para permanecer en un grupo o con una pareja, es una cosa y, ser lo que crees que otros esperan de ti, es otra cosa. Hay situaciones en las que puede ser difícil distinguir ambas.
Todas las personas queremos aprobación de los demás, pero creer que quienes somos se define por lo que otros piensen de nosotros nos resta vitalidad. Si otros nos desaprueban, y su opinión nos define, tenderemos a adaptarnos a sus opiniones. En estas situaciones, sufrimos mucho cuando hay rechazo o desacuerdo, porque nos sentimos inseguros y no entendemos qué más podíamos haber hecho. ¿Cuál es la respuesta a este problema?: Quien tú eres no tiene nada que ver lo que piense u opine otra persona.
Cuando me identifico y me defino con lo que tengo, lo que hago y lo que los demás piensan de mí, me quedo enredado, enredada, limito mi vida a tener más, hacer más y complacer más... olvidándome poco a poco de mi mismo, de mi misma.
Recursos de ayuda
Tu familia o tus amistades: Elige una persona en la que sientas que puedes confiar. Dile cómo te encuentras, háblale de tus preocupaciones, tus miedos. Si lo necesitas, pídele que te acompañe a un recurso de ayuda.
Tu centro educativo: El profesorado o el personal de Orientación de tu centro educativo pueden hablarte de las opciones que tienes a tu alcance, para ampliar las que tú ya conoces.
Tu médico/a de atención primaria: pide una cita y coméntale cómo te sientes, valorará tu estado de ánimo y si has desarrollado algún problema en relación a la situación que vives. Te ayudará a encontrar una salida.
Teléfono de la Esperanza: Puedes hablar con una persona las 24 horas del día, consulta los teléfonos de nuestras sedes en la página www.telefonodelaesperanza.org. Una de nuestras personas voluntarias está disponible para escucharte y te ayudará a expresar todo lo que necesites.
Fundación ANAR: Si tienes problemas que requieren una atención profesional inmediata y anónima, contacta con esta organización sin ánimo de lucro que se dedica a la promoción y defensa de los derechos de los niños y adolescentes en situación de riesgo y desamparo. Teléfono gratuito de atención especializada 900202010, su web en la que encontrarás más información www.anar.org.